Como anillo al dedo

Llegar desde los bordes al centro de la cultura popular (y la industria que se mueve alrededor) no es fácil. Entonces, si lo lográs, casi tenés el deber de presumirlo. Es un modo de decirle al mundo (y a los ricos de cuna) que vos también lo hiciste y que ellos no son tan importantes. Esto lo saben los rapperos que desde los ochenta comenzaron a exhibir joyas imponentes. La movida se llamó al principio “bling bling”. Y luego pasó a ser “ice” y “drip”, dos modos de nombrar a los diamantes por su capacidad para conducir el calor a mayor velocidad que cualquier otra piedra preciosa. Ahora the New York City’s American Museum of Natural History seleccionó 66 de las mejores piezas como parte de Ice Cold: An Exhibition of Hip-Hop Jewelry, que primero fue un libro escrito por la periodista Vikki Tobak. ¿Por qué una muestra así en un museo de historia natural? El director del museo, Sean M. Decatur, consideró que la propuesta calza “como anillo al dedo” (sus palabras literales) en la Galería Meister dentro de Mignone Halls of Gems and Minerals, que ya había albergado tres exhibiciones con temas de joyería. Para él, las gemas cuentan una historia cultural más amplia de lo que se cree. “Cuando traés una historia donde el derecho a expresar la propia identidad fue constantemente cuestionado, adquiere un significado reivindicatorio en este contexto”, dijo Decatur sobre las piezas que reflejan las experiencias de la diáspora negra y latina. De hecho, muchos de los orfebres que crearon estas piezas también son negros o latinos. En la muestra se exhibe desde la medalla de cuero que usaba Public Enemy en los '80 hasta el pendiente con forma de granada de A$AP Rocky pasando por la medalla con la leyenda “Barbie” en oro blanco que la orfebre india Ashna Meta creó para Nicki Minaj en 2022 y la dentadura de rubíes que exhibe Pharrel Williams. Para que quede claro quién manda en el barrio.

La gata y la caja

A Galena, una gata doméstica de 6 años de Utah, le gusta esconderse y jugar con cartón. Esa combinación dio lugar a un viaje épico en un paquete por Amazon, a comienzos de abril. Porque Galena desapareció, llenando de desazón a su propietaria, Carrie Clark. Registraron el vecindario, colocaron folletos y publicaron avisos en páginas de mascotas perdidas de Facebook en Lehi, Utah. Pero nada resultó. Entonces, Clark dijo que recibió un “texto que cambió mi vida” el 17 de abril, diciendo que el microchip de Galena había sido escaneado. Así la mujer supo que la gata había sido encontrada en algún lugar. Poco después, recibió una llamada informándole que Galena estaba cerca de Riverside, California, a casi 900 kilómetros de su casa. Había sido encontrada en una caja junto con botas con punta de acero devueltas a un almacén de Amazon. Es que el marido de Clark había pedido varios pares de botas, se quedó con uno y devolvió el resto en una caja grande el 10 de abril. Y Galena quedó adentro de la caja. Los empleados de Amazon sabían exactamente a quién llamar cuando encontraron a la gatita: su compañera de trabajo Brandy Hunter, que rescata gatos. Hunter llevó al gato a su casa primero y al veterinario al día siguiente. Aunque había pasado una semana a oscuras, sin comida, Galena estaba bien. Además, escaneó el microchip que la gata llevaba en un collar. Así es como Clark y su esposo volaron a California, se reunieron con Galena y alquilaron un auto para volver a casa.

Amélie olímpica

Quienes vayan a París en medio de los Juegos Olímpicos y no tengan tickets o quieran ir a contramano del mundo, tienen un maravilloso plan B: ver Amélie. Sucede que la película va a volver a los cines parisinos a 23 años de su estreno, con subtítulos en inglés, el 24 de julio. Es decir, dos días antes de que la ciudad se desborde con los 15 millones de visitantes previstos para las olimpíadas. “Sólo unos tres millones tienen tickets para los partidos y los demás eventos así que tenemos unas 13 millones de personas a las que les podemos ofrecer buen cine”, se entusiasmó Marc-Oliver Sebbag, de la Federación Nacional de Cines Franceses. La inmersión puede ser aún mayor y los visitantes son invitados a visitar las locaciones de una película que, a diferencia de la marketinera serie Emily in Paris, muestra una ciudad como a la gente del lugar le gusta, aunque la gentrificación haya hecho lo suyo. Marc Fougedoire es el dueño del Café des Deux Moulins, donde iba un vecino, el director Jean Pierre Jeunet, que decidió que ése era también un buen lugar para Amélie Poulain. Obviamente, quienes siguen los rastros de la peli, se sientan y piden crème brûlée, cuya superficie acaramelada golpean con una cucharita. En cierto aspecto, ése es un buen deporte con el que pueden consolarse aquellas almas románticas que quieran huir de las multitudes. O también pueden ir a robar postales a la verdulería cercana, donde compraba Amélie, que ofrece memorabilia entre frutas y verduras.

Cancelen el sandwich

En 1974 Cass Elliot, conocida por ser una de las cantantes del grupo The Mamas & The Papas, murió en un departamento de Mayfair, en Londres, durante una gira de su etapa solista. Tenía 32 años. El mito repetido fue que murió ahogada por un sandwich de jamón. Pero su hija Owen Elliot-Kugell ha decidido contar la verdad. Una periodista del Hollywood Reporter, Sue Cameron, admitió haber incluido entonces el dato en su obituario por pedido del manager Allan Carr. No quería que su clienta fuera asociada con el uso de drogas. En verdad, Elliot murió de un ataque cardíaco, probablemente provocado por años de abuso de sustancias y dietas estrictas. Parece ser que el razonamiento fue “gorda sí, drogadicta no”. Y que el público haya comprado la idea revela cuánto camino quedaba por recorrer en cuando a prejuicios. Esto es lo que aclara ahora Elliot-Kugell en la biografía My Mama, Cass, que se acaba de publicar a cincuenta años de la muerte de la artista. Owen explica que su madre la pasó realmente mal por su peso desde su infancia. Comenzó a engordar durante una temporada en casa de sus abuelos. Su abuela, producto de la depresión económica de los Estados Unidos, veía la comida como una panacea y una fuente de amor. “La alimentaron como loca”, dijo Elliot-Kugell. “Cuando mi mamá llegó a casa un par de meses después, tenía más peso y sus padres se preocuparon. Hicieron lo que sabían hacer, que era enviarla a un médico. Y él empezó a darle anfetaminas... a los ocho años. Era algo frecuente entonces pero es una barbaridad”. Su talla también fue un problema para ser aceptada dentro de The Mamas & The Papas. De hecho, John Phillips decía que se decidió a convocarla luego de que ella recibiera un golpe en la cabeza que, supuestamente, le había hecho ampliar el rango vocal. Sí es cierto que, mientras caminaba por el callejón St. Thomas que Mamas & the Papas inmortalizarían más tarde en una canción, los escombros de un sitio de construcción se le cayeron encima y le causaron conmoción cerebral. Pero lo cierto es que Phillips no quería una chica plus-size en su banda. Kugell, que ahora tiene 57 años, comenzó a pensar en escribir un libro sobre su madre hace casi dos décadas. La inspiración principal para hacerlo provino de un trauma fundamental: Elliot-Kugell tenía solo siete años cuando murió su madre. “Cuando perdés a alguien tan joven, esa persona se convierte en un misterio”, dijo. Y agregó: “Escribir el libro me permitió juntar las piezas del rompecabezas de una manera que antes no había podido”.